Ayer, 18 de Julio, Juan Ortega sacó lo mejor de un novillo del Montecillo, firmando los mejores momentos de una tarde tristemente manchada por la presidencia. Juan, en el sexto, hizo maravillas con su capote por verónicas e impecables delantales. Citando desde los medios, a distancia y de verdad, comenzó su faena de muleta enroscándose con el burel en un toreo profundo, fundamental y templado. Una faena con remates de arte, variada y con mucho gusto que antecedía a una aparatosa voltereta en la última tanda, larga y escandalosa en la que Ortega la acusó perdiendo el conocimiento y enseñando un puntazo en su mejilla. Enrazado y con casta de torero, ya con el acero cuadró al novillo con varios ayudados, sentenciando su actuación ante una plaza que sostenía la respiración con una estocada hasta la bola. Astado al suelo y Las Ventas en pie pidiendo al unísono, con fuerza y por derecho una más que merecida oreja que la presidencia, en una acto de desprecio hacia el aficionado y toreros, se negó a conceder. Vuelta al ruedo. Bronca e impotencia de un público que no comprendía cómo una tarde que llegaba al ocaso con gloria era ensuciada por un presidente que ha perdido todo el respeto. Juan, una vez más, gracias por hacernos disfrutar.

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