Los tendidos de La Jerezana desprendían ese júbilo de las grandes tardes y es que la reaparición del queridísimo maestro mexicano Eloy Cavazos no era para menos.
Los toros, y digo los toros porque Ortega terminó matando el suyo y el sobrero de regalo, lucieron la divisa de José Miguel Llaguno. Apellido fundamental en la historia ganadera mexicana, puesto que fueron los hermanos Llaguno (Antonio y Julián), a la postre los mejores ganaderos que ha tenido este país, los que a principios del siglo XX importaron las primeras vacas y sementales procedentes del Marqués de Saltillo y gracias a los cuales se tiñó de bravura todo el continente Americano.
El primero y único (en teoría) de Juan Ortega, marcado con el número 72, no se definió en los primeros tercios. Frenazos, arreones y cabezazos se sucedían. Ortega no desesperó y manteniendo siempre su distancia, una media altura y dándole su tiempo hicieron que “Amigo” entrase al trapo en una sucesión de naturales y derechazos ligados con gusto y reunión. Bendita paciencia. Unas Bernardinas sin ayuda y un espadazo hasta “los deos” pusieron el doble apéndice en sus manos.
Pero la cosa no terminó ahí y es que el empresario Marco Castilla, aficionado por encima de todo, dejó las cuentas a un lado y emocionado regaló el sobrero a Ortega. 2x1, Carrefour en estado puro. Las verónicas, los naturales, trincherazos, kikirikís y pases de la firma dieron paso a unos olés largos y profundos que hicieron sombra a la propia Banda Municipal de Zacatecas. Un pinchazo y una media valieron una oreja que supo a poco, pero que firmaba el billete de vuelta para el país Azteca.
Plaza de toros de Jerez. Dos tercios de entrada. Toros de José Miguel Llaguno. Giovanni Aloi: silencio, David Bonilla: ovación, Eloy Cavazos: dos orejas y rabo, Juan Ortega: tres orejas, Fermín Espinosa Armillita IV: dos orejas y el novillero José María Pastor: oreja.
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